Los dos senderos de la vida


Ella soñaba con ser alguien alta, soñaba con ir creciendo poco a poco entre los pequeños pasos que iría dando en su vida, más sin saberlo ya era alta, dotada de elegancia y distinción  mas cegada de la modestia estaba; ajena a su realidad.
Empezaba a vivir,  ya se preocupaba por su futuro, sin saber que su presente ya era todo un éxito y en el futuro solo aguardaba la gloria.
¿Qué contemplarán sus ojos en aquel futuro tan anhelado y añorado? ¿Qué imágenes vislumbrarán los espejos de su alma? El reflejo de un ideal, la cristalización de un sueño, el logro de una hazaña.
Hizo un pacto. Juró humildad, modestia y sencillez en la cumbre de la gloria y el éxito, mas si no lo cumpliera los dioses harían intervención divina para demostrar que las verdaderas riquezas no yacen en el prestigio, el estatus social, el dinero y la extravagancia, así que en vano alimentaría altanería y orgullo en su corazón, si fuera así la enseñarían que las verdaderas riquezas dignas de prestigios y admiración reposan en su alma.
Juró nunca enceguecerse por esas tentaciones, propias de la alta clase, de la vanagloria y petulancia. Aunque inadvertidamente estas la abracen y sensualmente la provoquen e inciten al deseo de  pertenecer a ese mundo, ella tiene una advertencia, una elección y un camino ya decidido.
Los hombres están dotados del privilegio más maravilloso que cualquier ser vivo pudiera tener; libre albedrío.
Que delicia saborear la libertad de elegir por qué sendas peregrinar y que gozo ese sentimiento de autonomía e independencia.
Dos canales yacían de una misma fuente mas a caminos diferentes conducían, ella se encontraba en un velero, ¿a qué dirección apuntaría las velas? Pues se dice que son las velas y no los vientos los que en realidad determinan la dirección del viaje.
Consciente del final de ambos caminos, eligió el segundo, quizá fue la curiosidad lo que la impulsó a decidir dicha senda o quizá ese deseo de ser especial al elegir el camino por el cual pocos optan circundar. Sea cual fuere la respuesta, no hay vuelta atrás para ella, solo es cuestión de seguir y de seguir, cumpliendo firmemente las leyes infranqueables de la vida.
Ella nunca olvidará de donde vino, sus raíces siempre la acompañarán y el recuerdo de esa desaliñada casa en donde fue acunada, de esas estropeadas y viejas ropas que vestía, de la sencillez de cada alimento y del trato simple y natural con que siempre convivió perseguirá a su consciencia en los recovecos de cada lujo, cada extravagancia y cada ostentación y en un susurro, hablará a su alma musitando; no, tú no eres parte de esto, no te alejes de tu génesis, no te enceguezcas por las mismas vicisitudes que envuelve a la sociedad, tu originalidad primero, señorita.
Entonces ella simplemente sonreirá, cerrará sus ojos y se dejará ser envuelta por su propio mundo.

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