...Entonces saldría con el corazón en mi pecho, la mente en mi cabeza y el alma en mi mirada para ir y perderme en los confines de la imaginación, quien me abraza seductora para recorrer los confines profundos jamás inexplorados y decir adiós a esta aburrida y monótona realidad.
¿Alguna vez has sentido este tipo de vacío en alguna etapa de tu vida? Porque yo lo hago en estos instantes y me aliviaría por lo menos mínimamente saber que no soy la única y que me digas una manera de salir de esta.
Un vacío que no es capaz de contener ni las alegrías del vivir... ni mucho menos las amarguras, no es exactamente como si estuviera deprimida, al menos eso creo pues las depresiones por la que he padecido nunca fueron de este modo y me conozco, sé que no estoy deprimida.
Creía que a estas alturas se me pasaría, suponía que era algo pasajero, pero hace harto tiempo que sigo en la misma monotonía emocional que todo se ha tornado más gris de lo que este frío invernal pudiera estar.
Yo creía que tenía al amor en mis manos y cuando la certeza me invadió, súbitamente; como el agua se escurrió de mis manos, creía que amaba la música y cuando se supone que más debo de disfrutarla todo se vuelve un martirio de presión y obligación, monotonía y desánimo.
Los días me parecen largos y aburridos, rutinarios. Ver a mis amigos no me produce ni la más mínima emoción, dibujar no me parece deleitador, ni mucho menos ir al conservatorio, donde yo juraba estar segura que era el lugar más maravilloso que pudiera haber conocido jamás.
Entonces me pregunto, ¿a qué va todo esto? ¿Por qué quiero tirar todo por la borda? ¿Por qué estas ganas de arruinar con todo? ¿Para qué tanto sacrificio de años y años si al final es a esto a lo que quiero llegar?
La apacible lluvia suena a la par del tranquilizador violín, si alzara mi vista a la ventana vería un maravilloso mundo lleno de vida y movimiento y si fuera más allá y saliera fuera... sería capaz de formar parte de ese mundo, pero no puedo, no quiero, pues las ganas de no hacer nada son terribles.
Si me detuviera a pensar dos veces... pareciera como si hasta deseara cambiar de nombre y ser una nueva persona, pero a eso no va el caso.
Simplemente... me harta estar de este modo, con la cara de culo que siempre ando traigo a todo el barrio preocupado y quiera o no, tal cual espejo reflejan mi estado y eso simplemente no ayuda.
No quiero comer, no quiero ir a la escuela, mucho menos al conservatorio, ni a mis clases de inglés, ni coreano, solo quiero tirarme en la cama y pasar el resto del día así, y mañana, y pasado hasta que pasen los días para estar en una tremenda soledad que solo podrá sacarme de ella los libros y las letras.
Nada me inspira, nada me conmueve, nada me incentiva a seguir todo esto... todo esto que muchas veces pareciera que fuera en vano.
O quizá si... quizá aquel violín dulce y melodioso que trae consigo las melodías de La menor, la apacible lluvia, el deleitador olor a Mbeju y el acogedor mundo de las letras me hacen sentir viva y con ganas de vivir aún más solo que nada de lo que verdaderamente deseo encaja con las responsabilidades de mi presente, responsabilidades que el año pasado me encontraba empeñada a cumplirlas con entusiasmo y energía y que por cierto... las cumplía.
Y en el andar y venir de aquí para allá, en el ajetreo matutino y en las desveladas noches de estudio, yo era feliz, entre el horrible dolor de cabeza y las heridas de un corazón ilusionado y decepcionado, con las preocupaciones del mañana, las intrigas del futuro incierto, los episodios inconclusos del pasado, todo me llenaba de entusiasmo cargado de ligera curiosidad, para que cuando llegaran las vacaciones las recibiera con la depresión por no tener nada que hacer...
Es curioso como cambian las cosas, curioso y estresante. No sé ni a que voy con esto, no tiene coherencia, el primer párrafo es una idiotez y el siguiente punto se supondría que debería ser un punto final será parte de unos puntos suspensivos inconclusos.
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